La preadolescencia y la adolescencia suponen el inicio de una nueva etapa del desarrollo, que se sitúa entre la niñez y la edad adulta. Como cualquier periodo evolutivo, los cambios que se experimentan en esta etapa requieren de un fuerte apoyo familiar. Es recomendable que la familia cuente con información de los cambios que tienen lugar con la llegada de esta etapa vital, sobre todo en lo que refiere a los cambios emocionales.
Hablaremos a continuación del inicio del instituto y los cambios más significativos que se producen en este etapa. Sabemos que gran parte del alumnado comienza la Educación Secundaria Obligatoria sin cambiar de centro y continúa en el mismo colegio que cursó la primaria, pero nos referiremos de manera genérica al instituto para referirnos a este cambio de etapa.

El inicio del instituto

En lo referente a la educación, la adolescencia supone el tránsito a la educación secundaria, que implica en numerosas ocasiones un cambio de centro educativo y esto a su vez supone que los adolescentes además de enfrentarse a cambios biológicos y psicológicos se enfrentan también a cambios en sus relaciones sociales. La entrada al instituto supone (por norma general) el abandono del centro educativo en el que han permanecido durante numerosos años, el abandono del lugar donde han forjado sus primeras amistades y el lugar donde han pasado la mayor parte de su vida.

La adaptación escolar en la adolescencia es complicada puesto que los adolescentes deben hacer frente a numerosos cambios dentro y fuera del aula:

  • La figura del profesor. A diferencia de lo que sucede en el colegio, donde los niños están fuertemente vinculados a sus maestros o profesores, puesto que les han acompañado durante numerosos años, en el instituto los adolescentes se encuentran con que no existe un único profesor, si no que en la mayoría de los casos cada materia es impartida por un profesor diferente. Esto puede hacer sentir a algunos adolescentes desprotegidos, ya que es más complicado establecer una relación afectiva con los docentes. Esto no quiere decir que con una adecuada comunicación y atención los profesores no puedan convertirse en figuras de apoyo significantes para todo adolescente, pero si es necesario tener en cuenta las dificultades que el alumnado encuentra para vincular de manera significativa con los docentes en el instituto.
  • El interés por los estudios. La adolescencia está marcada por cambios a nivel biológico y emocionales. Es frecuente que al inicio del instituto los adolescentes se muestren menos interesados por los estudios debido a que comienzan a interesarse por diversos temas (generalmente sociales) que hasta el momento no habían experimentado.
  • Necesidad de desarrollar el sentido de la responsabilidad. Aunque la labor de los docentes siempre estará ligada a dedicar afecto y atención a los alumnos, el instituto supone un gran cambio en cuanto a la organización de las materias, puesto que como hemos comentado anteriormente cada profesor imparte una materia. Esto supone que cada profesor imparte clase a un mayor número de alumnos en el instituto y no pueden estar pendientes de que todos y cada uno de sus alumnos cumplan los deberes y tareas (sobre todo en cursos mas avanzados del instituto). Por ello, los adolescentes deben hacerse cargo de apuntar todas las tareas y aprender a organizar su estudio de una manera más individualizada.

Cabe destacar que el sentido de la responsabilidad es algo que debe fomentarse desde la infancia. De esta manera en la adolescencia será más fácil adaptarse a las responsabilidades ligadas a este periodo evolutivo. La implicación de la familia en cuanto a la responsabilidad de organización del adolescente es fundamental. La organización y la planificación va ligada a la obtención de resultados académicos favorables y esto aumenta el bienestar y la autoestima del adolescente, así como la seguridad en sí mismos.

La influencia de la familia se ve reflejada en la motivación hacia el aprendizaje y los resultados académicos. La familia debe motivar al adolescente a que alcance metas que son significativas para él en cuanto a los estudios, ayudar con las dificultades en el rendimiento e investigar cuando surjan problemas académicos, desde la aparición de “malas notas” hasta problemas derivados del ambiente social en el instituto.

Razones del absentismo escolar en el instituto

El absentismo escolar puede entenderse como el abandono de los estudios, ya sea de forma permanente o momentánea. Con frecuencia los problemas académicos se deben a diversidad de factores y se acentúan en la adolescencia. Es fundamental la implicación del ambiente familiar para averiguar y entender por qué existen estos problemas:

  • Falta de motivación académica. La falta de motivación puede vincularse con diversos fatores como la obtención de malos resultados académicos (por ejemplo, suspender una asignatura), que la asignatura no sea del interés del estudiante, que el ambiente no propicie la motivación…
  • Malos resultados académicos. El hecho de obtener buenos resultados académicos es una fuente de satisfacción para todo estudiante. Y de la misma manera, los suspensos repercuten en la motivación y autoestima. Ante esta situación hay que investigar si los malos resultados se deben a una mala planificación del estudio, falta de recursos, dificultades cognitivas, problemas en el aula…
  • Problemas para relacionarse con los iguales. Si el adolescente tiene problemas en el aula, ya sea con un profesor o con alguno de sus compañeros, sus ganas de asistir a clase y de estudiar se verán mermadas. Cuando los niños o adolescentes tienen problemas para relacionarse con sus iguales, la escuela (o el instituto) les genera tal malestar que en ocasiones prefieren dejar de estudiar o de ir a clase para dejar de sufrir en el aula. La intervención familiar y de los docentes o orientadores es crucial en este tipo de problemáticas.
La amistad en el instituto

Las amistades y la necesidad de pertenecer a un grupo marcan la adolescencia.

El sentido de la amistad cobra un papel protagonista en esta etapa, que normalmente desplaza el papel fundamental que antes ocupaban los padres para los niños.

Los adolescentes necesitan contar con amigos con los que compartir todas las experiencias que trae consigo esta nueva etapa vital y que en ocasiones no pueden compartir con su familia.

En este momento, se produce un gran cambio en la relación con los padres, no es que los hijos dejen de necesitarlos, si no que ahora los necesitan de otra manera diferente. Cuando los adolescentes comparten sus confidencias con sus iguales se genera en ellos un nuevo tipo de seguridad que les hace sentirse importante ante los amigos. Además, el nuevo círculo de amistades que se generan en la adolescencia determinará de gran manera la personalidad del adolescente puesto que aprenderán de los amigos nuevos comportamientos sociales.

Esto es algo que en ocasiones preocupa a los padres: las “malas compañías” que puedan conocer en el instituto.

La realidad es que los padres poco pueden hacer para forzar la elección por parte de los adolescentes de sus amistades; sin embargo, deben esforzarse en mantener una buena comunicación con sus hijos ya que aunque no puedan cambiar a sus amigos, pueden ayudar al adolescente ofreciéndole diferentes puntos de vista que le permitan cuestionarse si las acciones de sus amigos son o no correctas o adecuadas.

La falta de amigos en el instituto supone un gran problema en la adolescencia. Esto puede deberse a que el adolescente considere que el comportamiento o los intereses de sus iguales no se identifica con el suyo propio o puede suceder lo contrario, que sean los iguales los que consideren que el adolescente presenta un comportamiento o intereses que no se identifique con los suyos.

En este caso los padres deben considerar si pueden ayudar a su hijo a resolver esto o si bien se necesita la intervención y ayuda de otros profesionales.

La aceptación del grupo y el sentimiento de pertenencia marca el camino hacia una evolución adecuada y fomenta una buena autoestima del adolescente. El autoconcepto del adolescente se encuentra condicionado en gran medida por la opinión externa de sus iguales.

Los criterios de aceptación no son uniformes, si no que varían en función de la edad y de la personalidad de cada adolescente. Un buen apoyo familiar ayudará a que el adolescente posea una personalidad firme que le permita ser él mismo y se integre en un grupo en el que comparta estas características con sus iguales y se sienta aceptado y  querido; debe fomentarse la aceptación frente al conformismo, es decir, si el adolescente manifiesta que sus iguales no le “respetan” o no puede ser él mismo en su grupo se le debe animar a buscar un grupo en el que se sienta libre de poder expresarse y de crecer como persona, y alejarse de aquellos que le impiden alcanzar su bienestar y pongan en peligro su integridad y/o autoestima.

El vínculo entre padres y adolescentes a partir del instituto

Aunque los adolescentes necesiten la aceptación de sus iguales de forma incondicional, también necesitan sentirse queridos y respetados por su familia.

Los intereses en la adolescencia a menudo difieren de los intereses de los adultos. Para mantener una buena comunicación es importante que los padres muestren interés y preocupación real por las aficiones e intereses de sus hijos.

Por otro lado, los padres deben comunicar de una manera respetuosa a sus hijos lo que necesitan: que les hagan partícipes de sus vidas, que se comuniquen con ellos, que tengan muestras de afecto, que les pidan opinión…

Sin embargo, todo esto solo será posible si los padres predican con el ejemplo, si quieren que sus hijos se comuniquen con ellos deberán ser ellos los que tomen la iniciativa y compartan las cosas que les han sucedido a lo largo del día, sus intereses, pensamientos, etc.

También se debe predicar con el ejemplo y conseguir que la base de la relación sea el cariño y con la sinceridad.

Es cierto que los adolescentes toman distancia de sus padres pero les siguen necesitando y queriendo, aunque en ocasiones no lo demuestren de forma explícita como cuando eran más pequeños. 

 

Sarah Leal Gómez