Los tres años de vida suponen una época llena de cambios y descubrimientos, entre ellos, el comienzo del colegio, que en muchas ocasiones llega incluso a los dos años para los más pequeñitos nacidos en septiembre, octubre, noviembre y diciembre.

A esta edad años, los niños experimentan infinidad de cambios que se acentuarán con el paso de los años. A nivel físico, adquieren un mayor control sobre la coordinación de movimientos y, en general, un mayor control sobre su cuerpo, a nivel intelectual comienzan a entender explicaciones y conceptos más elaborados y a nivel emocional el abanico de emociones que pueden experimentar aumenta y se complejiza.

En esta edad, es en la que se inicia habitualmente su primer año de escolarización y veremos a continuación cómo podemos acompañar la entrada al colegio desde casa para facilitar la posterior la adaptación.

Podemos desde casa ir introduciendo rutinas en diferentes ámbitos que les faciliten posteriormente la adaptación al colegio:

• Salud

Es una buena edad para comenzar a establecer rutinas relacionadas con la salud y la higiene.

Aunque ya a los dos años se puede empezar a entrenar el cepillado de dientes (con ayuda de los adultos y normalmente concebido como un “juego”) esta edad es adecuada para instaurar hábitos más complejos relacionados con la salud, el autocuidado y la higiene: el cepillado de dientes, el lavado de manos antes y después de cada comida o después de jugar en el parque, cambio de ropa limpia, etc.
Como siempre, los adultos debemos ser el ejemplo de los más pequeños, por ello es adecuado que estas rutinas sean también llevadas a cabo por la familia y se conciban como algo natural y que forma parte del día a día.

• Trato con personas externas que pueden generar temor, como el médico o el dentista

En relación con las rutinas de higiene y salud, a esta edad los niños comienzan a ser más conscientes de aquello que ocurre cuando se visita al médico. Es recomendable que cuando vaya a producirse una visita al médico se avise al niño, se normalice la experiencia de ir al médico o al dentista y ser sincero con las preguntas que puedan surgir, ¿van a hacerme daño?, ¿me vas a dejar solo?.
Estas preguntas pueden darse incluso cuando no las formulen en voz alta y debemos hacer todo lo posible por anticiparnos y ser sinceros y mostrarnos comprensivos con sus sentimientos. Las primeras veces será normal que el niño se muestre más nervioso, pero con comprensión y cariño seguro que estas experiencias, a menudo desagradables, son más llevaderas.

• Pensamiento mágico y fantasía

Los tres y cuatro años se conciben como la “edad mágica” debido al desarrollo emocional que tiene lugar en esta etapa, donde lo real y lo imaginario se encuentran fuertemente vinculados. Todavía no está establecida esa “línea divisoria” que separa lo que es real de lo que es imaginario; esto hace que los pequeños vivan todo muy intensamente: las películas, las historias de los cuentos, las anécdotas contadas por otras personas…

E incluso a esta edad tienen la certeza de que, si cierran los ojos y no ven a nadie, es señal de ellos tampoco están siendo vistos por nadie, son “invisibles”.

De la misma manera también se viven muy intensamente los miedos, de hecho, si le decimos a un niño de tres años que hay un monstruo en el armario, lo tomará como cierto y posiblemente no se atreva a abrirlo. A la hora de jugar, también pueden inventarse compañeros de juego imaginarios o representar el propio niño diversos roles dentro de un mismo juego.

¿Cómo acompañar la entrada al colegio?

Otro de los grandes cambios que los niños experimentan (normalmente) a esta edad es la entrada en el colegio. Es importante atender a lo de” normalmente” ya que, aunque muchos niños comiencen la escuela a los tres años, esto no se considera “obligatorio” hasta los seis años, puesto que la ley de educación vigente en España establece que la escolarización en niños de tres a seis años tiene un carácter voluntario, no obligatorio.

Por tanto, es igual de lícito que un niño comience la escuela a los tres años o a los seis años, como familias que eligen otras opciones educativas para sus hijos e hijas.. En este aspecto no es tan importante el cuándo si no el cómo se hace este para acompañar la entrada al colegio de los niños.

La enseñanza en esta etapa no se encuentra tan enfocada a que el niño adquiera conocimientos académicos si no que más bien pone el énfasis en el desarrollo físico, emocional, social y psicomotor de cada niño.

Como siempre, la educación impartida por cada profesional o por la filosofía del centro educativo condicionará mucho a qué aspectos se le da más importancia en el aula, aunque en cuánto al ámbito académico, las “asignaturas” se engloban en tres áreas: identidad y autonomía personal, el medio social y físico y el área de la comunicación y el lenguaje.

El período de adaptación a esta nueva etapa es único, puesto que dependerá de cada niño en particular, de sus vivencias, de su personalidad, de su entorno, de su desarrollo…

Muchos niños han acudido previamente a escuela infantil, aunque se tiene la creencia de que aquellos niños que han acudido a escuelas infantiles o centros escolares antes de comenzar el segundo ciclo de educación infantil (que comienza a los 3 años) les puede resultar más fácil adaptarse a la “nueva escuela”; desde Raíces reiteramos que este período de adaptación será vivido por cada niño a su manera, ya que puede darse un niño que se haya adaptado bien a la escuela infantil y sin embargo la entrada al colegio le suponga un verdadero esfuerzo o sufrimiento, y viceversa. Por ello, siempre hay que atender a cada niño de manera individualizada, atendiendo al estadio evolutivo en el que se encuentra y a las características del momento en cuestión.

¿Qué hacemos desde casa para facilitar la entrada al colegio?

La entrada al colegio supone algo nuevo, algo diferente a lo anteriormente vivido y como cambio vital conlleva un periodo de adaptación.

Este periodo de adaptación puede llevar días, semanas, meses o incluso que el niño no se llegue a adaptar de la manera esperada al colegio.

Aunque cada caso es particular, es cierto que para algunos niños esto se vive como una crisis, ya que supone un paso hacia una mayor independencia: se separan de su familia o de sus figuras de apego durante periodos de tiempo indeterminados para ellos, y entran en contacto con personas hasta el momento desconocidas.

-La actitud de la familia es crucial y este debe ser un momento que se trabaje en casa bastante antes de que tenga lugar la entrada al colegio.

Una vez decidido el centro escolar al que va a acudir el niño y cómo se va a hacer esta incorporación, es necesario que los padres traten abiertamente este tema, aunque todavía no haya sucedido.

-La familia puede explicar al niño lo que es el colegio, los juegos que seguramente harán en el centro, que van a aprender cosas nuevas, etc.

Es decir, mostrar una actitud favorable hacia esta nueva etapa. Pero sobre todo lo que debe priorizarse es una actitud de comprensión y de afecto, dejar a un lado las expectativas que se proyectan muchas veces a los niños (por ejemplo, una frase del tipo “espero que no llores cuando llegues al colegio porque eso es de niños pequeños” hará pensar al niño que, si llora, estará decepcionando a su padre o madre y no se sentirá libre de expresar sus emociones reales)

-Debe tenerse en cuenta también el ritmo de cada niño, de manera que habrá niños que se adapten a la separación el primer día de colegio y otros que necesitarán hacerlo de manera progresiva: un día pueden acudir al colegio 3 horas, a la semana siguiente que sean cuatro horas, etc.

Esto es difícil para muchos padres a la hora de conciliar los horarios del trabajo con los del colegio, pero debe tenerse en cuenta que, si un niño no está preparado para separarse de su familia durante cinco horas, entonces habrá que trabajar esa separación de manera progresiva en diferentes ámbitos del día a día, y que no se dé un día para otro esa separación y de manera brusca o repentina.

-La separación o introducción en el colegio debe hacerse de manera progresiva y no abrupta, puesto que si se hace de manera repentina o “violenta” se despertarán en el niño sensaciones negativas y desagradables cuando piense en volver al colegio. Hay que tener en cuenta que la entrada en el colegio de cualquier niño lleva consigo infinidad de cambios que a veces podemos pasar por alto o restarle importancia.

-Lejos de querer darle una connotación negativa a este acontecimiento, es importante recordar que este momento conlleva que la mayoría de los niños cambien de repente su entorno, puesto que se encuentran de pasar la mayoría del tiempo rodeados de personas conocidas y en un contexto normalmente familiar a encontrarse en un contexto desconocido, donde tienen que compartir tiempo y espacio con personas hasta el momento desconocidas; aunque se trate de un contexto agradable, los niños tienen que compartir la atención con otros niños y acatar normas y límites hasta el momento desconocidas.

Cuando estemos allí ¿Qué hacemos?

A la hora de despedirse en la entrada del colegio, es normal que los padres sientan infinidad de emociones, a menudo dispares. Pueden sentir dificultad para separarse del niño en un sitio en el que no tienen control o supervisión directa sobre él, pero una vez más los adultos deben ser ejemplo. No se trata de esconder las emociones y “abandonar” de manera fría y rápida al niño en la puerta del colegio, si no que es bueno que los padres transmitan seguridad ante esa situación, naturalizándola. También pueden charlar de manera conjunta con el profesor o profesora que se hará cargo del niño durante el período escolar, para que el niño vea que sus padres se relacionan con esa figura de manera natural como lo harían con cualquier otra persona conocida y digna de su confianza.

A modo de resumen, comentaremos algunos actos que pueden llevarse a cabo antes o durante los primeros días de colegio:

✓ Realizar una visita al centro educativo antes de comenzar el período lectivo. Esto permite que el niño no conozca el espacio el mismo día en el que empieza el colegio, sino que esté familiarizado con el sitio en el que pasará gran cantidad de tiempo. Esto le puede ayudar a sentirse más seguro y con más control sobre la situación.

Manifestaciones optimistas acerca de la nueva etapa escolar.

✓ Ir a comprar o preparar en familia el material escolar necesario para esta nueva etapa. Que el niño o niña escoja su mochila o los colores que va a utilizar es una manera de que sienta implicado en esta nueva etapa y de que se genere en el cierta ilusión por todo el material que va a poder emplear.

✓ Charlar sobre cómo van a ocurrir los acontecimientos. Explicar al niño cómo acudirán al colegio (en coche, en autobús, si le llevará mamá, papá, otro familiar…), cómo será la despedida, cuál es el nombre de su profesora, si conoce a algún otro niño o niña que también vaya a empezar el colegio, etc.

✓ Mostrar apoyo, comprensión y afecto ante esta nueva etapa de cambios. Los nervios y la inseguridad son sensaciones normales que pueden surgir en cualquier niño cuando comienza el colegio, al igual que emociones como la alegría y la emoción. Cualquier adulto que comience un trabajo nuevo puede sentir también este tipo de sensaciones, por tanto, lo mismo puede suceder con los niños. También es frecuente que el período de adaptación no sea lineal, es decir, habrá días donde el niño se muestre entusiasmado por esta nueva etapa y otros en los que no quiera ir al colegio porque prefiera quedarse en casa. Todo ello corresponde a un periodo de adaptación normal.

Algunos niños se oponen de manera muy resistente y continuada ante la idea de ir al colegio e incluso en ocasiones pueden llegar a decir que se encuentran enfermos o diversidad de actitudes que dejan a entrever que la intensidad del rechazo se debe a causas que se relacionan con una angustia muy acentuada e incluso con miedo.

En este caso, tenemos que descartar que exista otra causa que esté dificultando la adaptación al colegio. Entre las causas más comunes encontramos:

  • Angustia por separación.
  • Problemas para adaptarse a la nueva situación.
  • Crisis en la familia.
  • Conflictos con los iguales.
  • Conflictos con el profesor.

Ante estas situaciones hay que valorar cual es el grado de interferencia que están ejerciendo, puesto que si el malestar es muy intenso y reiterado en el tiempo habría que observar con mucha atención qué es lo que está sucediendo y cómo puede abordarse la problemática para que deje de interferir o interfiera lo menos posible con la adaptación del niño al colegio.

Por parte de los padres y allegados al niño es necesario ante cualquiera de estas causas reafirmarse en el cariño y el apoyo y mostrarse disponibles para cualquier necesidad que el niño pueda demandar. Si el malestar persiste, la familia puede plantearse el acudir a un profesional para conseguir que esta situación se resuelva y que el hecho de acudir al colegio no suponga un conflicto o un motivo de angustia y desesperación para el niño.

La colaboración entre padres, profesores y en su caso, profesionales como los psicólogos o los orientadores es crucial cuando nos encontramos ante este tipo de problemáticas, independientemente de la edad que tenga el niño.

Deben evitarse los interrogatorios y optar por preguntas más abiertas que permitan obtener información acerca de aquello que le está generando malestar al niño, por ejemplo ¿Qué es lo que menos te gusta de ir al colegio?, ¿Qué es lo que más te gusta hacer cuando estás en clase?, ¿Cómo te sientes con tus compañeros? Este tipo de preguntas son más difíciles de formular cuando los niños son tan pequeños, por ello la observación en el aula por parte de los profesores puede ser de gran ayuda a la hora de detectar las posibles causas que están generando el malestar en el niño

Como hemos citado anteriormente, es importante no forzar estos procesos de adaptación y respetar el ritmo de cada niño.

La comprensión, el cariño, el respeto y la confianza son claves para que, si existe algún tipo de problemática, el niño se sienta seguro de expresar cuáles son sus miedos o necesidades, así como de informar a los padres sobre aspectos positivos en el aula: quiénes son sus amiguitos, cómo se lleva con la profesora, qué cosas ha hecho durante el día en clase, etc.