La psicología infantil respetuosa es un tipo de enfoque dentro de la propia psicología infantil que defiende un trato de respeto hacia la infancia. Consideramos a los niños, niñas y adolescentes sujetos con los mismos derechos que las personas adultas. 

Es habitual, al trabajar con infancia, que las demandas que nos traen los progenitores o profesores tengan un mayor peso en la terapia que las propias necesidades de la infancia. 

Hemos decidido nombrar nuestro tipo de intervención como «psicología infantil respetuosa» porque sentimos que el respeto a la infancia es el eje central de cualquier intervención. 

Cuando llega un niño a consulta, el objetivo principal tiene que ser acogerle, hacerle sentir acompañado, validar lo que está sintiendo y darle herramientas y estrategias para solucionar lo que le está haciendo sufrir. Al igual que haríamos con una persona adulta.

En la psicología respetuosa la familia tiene que estar involucrada en todo el proceso.

La familia forma parte de la intervención y de los objetivos. Compartimos con ellos la información que vamos obteniendo de la terapia, siempre respetando la privacidad del menor y pidiéndole permiso para compartir detalles de lo que trabajamos.

Es habitual que los niños, niñas y adolescentes sientan deseos de estar mejor con su familia, mejorar el clima en casa, estar más integrados en el colegio, pero que no encuentren cómo hacerlo o les falten estrategias para lograrlo.

Por ello, una terapia centrada en sus propias necesidades y emociones suele producir verdaderos cambios positivos y, sobre todo, duraderos. Los niños entienden el por qué de la necesidad de realizar cambios y confían en realizar modificaciones para estar mejor. No lo viven como una petición externa de su familia.

Es por ello que en la psicología respetuosa, en la que se tiene en cuenta al niño, se le explica el procedimiento, se le hace partícipe de todo el proceso y se le permite tomar decisiones, ser un sujeto activo. De esta forma se obtiene una mejor adherencia al tratamiento y superiores resultados, que si ponemos el foco fuera del propio niño y le tratamos como si fuera un espectador de su propio proceso personal,

Es habitual que los niños reciban una enorme cantidad de órdenes a lo largo del día, por parte de sus profesores, padres, tíos, abuelos y demás adultos de su alrededor. Por ello, cuando una persona adulta en quien confía, como puede ser su psicóloga, le trata como a un igual, teniendo en cuenta sus intereses y respetando su opinión, los niños se sienten seguros, acogidos y confiados, por lo que se dejan ayudar. 

¿En qué se diferencia este tipo de psicología respetuosa de la psicología tradicional?

Las mayores diferencias de la psicología respetuosa con la psicología tradicional serían:

→ La psicología tradicional habitualmente presupone malas intenciones en algunos comportamientos de los niños, algo que nunca hace con las intervenciones con adultos, como «hace esto para manipularte», «te está haciendo pagar que le hayas dejado solo», «lo hace por llamar la atención», etc.

La psicología infantil respetuosa estudia y conoce el desarrollo evolutivo y sabe que algunas de las peticiones que se hacen a la infancia, directamente son perjudiciales para su desarrollo y es por eso que los niños se quejan y se rebelan, ya que lo que legítimamente necesitan no se está produciendo.

→ En la psicología respetuosa se tienen en cuenta las necesidades infantiles y se nombran, aunque sean incómodas para los adultos, cuestiones que no se nombran en la psicología tradicional como «pasa demasiadas horas en el colegio y te echa de menos», «no tiene suficiente tiempo dedicado al juego libre y esto está afectando a su rendimiento», «se pone triste cuando le hablas así y eso hace que luego tenga menos paciencia y gestione peor las frustraciones».
Es decir, el foco de la dificultad que aparece no siempre está en el niño, en ocasiones, como familia y con nuestras mejores intenciones, podemos estar realizando acciones que mantengan el problema.

→ En la psicología respetuosa consideramos a la familia como eje principal del cambio.
No podemos entender el abordaje infantil sin tener en cuenta a su familia. Es por ello que trabajamos de manera muy coordinada con los progenitores, para ofrecerles pautas y estrategias que les permitan realizar cambios en casa.
Sabemos que existen intervenciones en las que el psicólogo trabaja con el niño, sesión tras sesión, sin hablar con la familia ni compartir qué está ocurriendo, y así pueden pasar varios meses. Esto desde la psicología respetuosa es totalmente inaceptable. No podemos ver un cambio que ni siquiera sabemos cómo ocurrirá, porque no nos lo han explicado. Es necesario tener en cuenta las expectativas de la familia sobre lo que creen que ocurrirá y poder devolverles lo que con una gran probabilidad ocurrirá, para que puedan anticiparse y apoyar este cambio.

→ La psicología tradicional ha confundido el respeto a la infancia con “dejarles hacer lo que quieran”, y este poso está siendo difícil de eliminar.
La psicología respetuosa tiene en cuenta las necesidades infantiles y parte de ellas son los límites y las normas. Pero estos límites tienen que ser claros, concisos y basados en las necesidades del niño, no en las del adulto.

Se enseña a la familia a poner los límites en casa no desde el autoritarismo, si no desde un estilo de comunicación democrático.

psicología respetuosa

¿Qué técnicas aplica la psicología respetuosa?

→  Las técnicas y tratamientos que utilizamos son los que están validados por la psicología infantil, la psicología evolutiva y la neuropsicología. Nunca usamos tratamientos que no estén validados empíricamente por la ciencia, todas las psicólogas tienen que tener una formación sólida en psicología clínica y en desarrollo evolutivo infantojuvenil, pero consideramos el respeto al niño es el eje principal en la relación terapéutica.

Como en cualquier otro tratamiento de psicología, el vínculo con el psicólogo es necesario e imprescindible, y al tratar con niños, niñas y adolescentes esto no es diferente, tenemos que ser capaces de conectar verdaderamente con el niño y sus necesidades, respetando su privacidad y cuidando las formas, el lenguaje y ofreciendo un espacio profesional y cálido.

Se cuestiona el adultocentrismo, es decir, pensar que los adultos siempre tienen la razón por el hecho de ser mayores que los niños.

Que por ser sus padres saben lo que los niños necesitan incluso mejor que ellos es una actitud que en la psicología infantil se ha dado por hecho durante muchos años pero que, por suerte, empieza a cambiar.

→ Se cuestiona el motivo de consulta desde las propias necesidades de la infancia, ya que ellos son los protagonistas de su propio proceso de cambio. No se trata de eliminar conductas o actitudes solo por el hecho de que son incómodas para los adultos.

Veamos qué es la psicología respetuosa con un ejemplo.

Imaginemos que viene una familia a consulta con esta petición:

Me gustaría que mi hijo de 7 años no sea tan nervioso, se mueve demasiado. No para quieto, habla continuamente y muy alto. En casa no tenemos un momento de tranquilidad porque continuamente quiere que estemos con él.

Siguiendo una psicología respetuosa, será necesario evaluar si esta petición es un problema para el niño, es decir, si afecta al desarrollo de sus relaciones sociales, a los estudios, a su correcto descanso, o si es una petición más enfocada en la necesidad del adulto, por la incomodidad que supone que un niño se mueva demasiado y sea muy demandante.

Si el exceso de movimiento no supone un problema para el propio niño, la intervención deberá centrarse en la familia, les daremos estrategias a ellos para que puedan lidiar con un niño que en ocasiones supera su capacidad de aguante, les enseñaremos maneras de poder hacer la convivencia en casa más agradable para todos, pero teniendo siempre en cuenta y nombrándolo así, que el niño no tiene ningún problema, simplemente está actuando como lo que es, un niño.

Explicamos para qué sirven estas manifestaciones que podemos interpretar como molestas, dependiendo de la edad, el movimiento formará parte de su normal desarrollo evolutivo, los niños tienen que moverse, experimentar con su entorno, tocar todo, ser ruidosos, etc.

Si solicitamos a un niño que no realice este tipo de comportamientos lo que estaremos pidiendo es que vaya en contra de su propia naturaleza y biología, le pedimos que renuncie a lo que por instinto está programado a hacer. Y precisamente esto es lo que puede generar dificultades en el desarrollo, el niño se comporta de acuerdo a lo que es esperable para su edad pero es censurado por su familia por hacerlo, lo que genera una gran contradicción en él, ya que no puede evitarlo aunque quiera.

Es como pedirle a una planta que deje de crecer.

Los problemas de autoestima, autoconcepto y dificultades emocionales en estos casos suelen aparecer, lo que solo empeorará el problema, ya que los progenitores le ven más desregulado, descontrolado emocionalmente y en este caso el motivo de consulta suele ir por su conducta, más que por su mundo emocional, nos pueden decir “es que no para quiero y no obedece a nada”. Cuando puede que lo esté realmente debajo es su nerviosismo por no ser capaz de cumplir las expectativas que se han depositado sobre él y una revelación contra las normas que le impiden ser lo que realmente quiere ser, “yo necesito moverme pero mi padre me dice que tengo que estar quieto, no puedo hacerlo, así que algo malo tiene que haber en mi”.

En estos casos, no es que evitemos el motivo de consulta, lo atendemos pero ayudando a la familia a reinterpretar las peticiones que se realizan a los niños, de donde parte esta petición, qué necesidades queremos cubrir y qué otras interpretaciones estamos pasando por alto.

Será necesario dar pautas y estrategias a la familia para que sean capaces de comprender y leer al niño y saber cómo actuar después, haciendo al niño el protagonista de su propio proceso terapéutico y a la familia los agentes que acompañarán el cambio, sabiendo que con sus comportamientos moldean, provocan o mantienen muchas de las propias conductas que nos piden desde terapia que modifiquemos en sus hijos.

Algo que después de tantos años de intervención sí podemos decir con absoluta seguridad es que las familias siempre tienen buenas intenciones, y que actúan pensando que hacen lo mejor para sus hijos.

Pero en ocasiones nadie nos ha explicado cómo hacerlo, como lidiar con las dificultades que van a llegar, les falta información sobre cómo funciona el desarrollo infantil, cómo podemos modificar una situación o simplemente, que al estar totalmente dentro de la familia no somos capaces de ver de manera objetiva cuáles son los pasos para salir de la situación en la que nos hemos metido y necesitamos una ayuda externa que nos guíe en la laboriosa tarea de criar.

psicología respetuosa

Como sé si el psicólogo que me está atendiendo es respetuoso

En líneas generales un psicólogo infantil es respetuoso si:

  • Si no culpabiliza al niño, niña o adolescente de lo que le ocurre.
  • Si informa al niño del propio proceso, de qué se va a realizar y cómo será la intervención. Entiende que es el protagonista de su propio proceso terapéutico.
  • Si cuenta con la familia en el proceso, porque sabe que el niño forma parte de un sistema más amplio, como son su familia, escuela, amigos, etc.
  • Si está disponible para coordinarse con sus profesores si es necesario y actuar todos en la misma dirección.

En líneas generales un psicólogo infantil no es respetuoso si:

  • Si trabaja exclusivamente con el niño y no devuelve información a la familia del proceso y cómo acompañarlo desde casa, ya que el propio proceso terapéutico provocará cambios que se harán evidentes en casa y la familia tiene que ser capaz de detectarlos y acompañarlos con cariño y respeto, para consolidar el cambio que estamos buscando.
  • Si alarga el tratamiento más de lo estrictamente necesario.
  • Si tiene actitudes menos respetuosas al tratar con la infancia que con las personas adultas, no les mira al hablar, usa el móvil en consulta, pierde más el tiempo cuando está con los niños, hace sesiones más cortas, etc.
¿Cómo es nuestro procedimiento en consulta? Que puedes esperar y qué no de un tratamiento de psicología infantil respetuosa.

Te comentamos como es el procedimiento aquí en Raíces, donde practicamos una psicología infantil respetuosa, pero en diferentes centros podrá variar ligeramente.Se realizará una primera sesión, que en nuestro caso es gratuita, en la que se citará a los progenitores. En caso de ser dos, recomendamos que vengan los dos a la primera sesión.No es necesario que acuda el niño o el adolescente a esta primera sesión.

En esta cita, os atendería ya el psicólogo infantil que llevará vuestro caso, le podréis comentar acerca de vuestro motivo de consulta y os realizará diferentes preguntas para conocer mejor la situación.

Posteriormente, y solo si es necesario comenzar una intervención, os indicará el método de trabajo y líneas de intervención. Este plan de trabajo se irá modificando a lo largo de la intervención, cuando el terapeuta vaya obteniendo más datos y conozca a vuestro niño.

En este momento, si ve recomendable realizar la derivación dentro del equipo a un psicólogo con una mayor especialización en algún área concreta, se llevaría a cabo,

Igualmente si es necesario derivar a algún recurso externo, ya que el motivo de consulta excede de las competencias del psicólogo o necesitamos complementación en la terapia, se podría recomendar la derivación al pediatra, psiquiatra, fisioterapeuta, oftalmólogo o dentista, dependiendo del motivo de consulta.

También es posible que tras hablar con el psicólogo en esta primera sesión, se vea necesario no iniciar el tratamiento, por no ser recomendable.

Los motivos principales por los que no se inicia un tratamiento es porque realmente no exista una dificultad real en la vida del niño y los padres solo hayan querido valorar si eran problemáticas o no las actitudes que estaban observando en casa. Si tras haberlo tratado con el psicólogo infantil no se ve la necesidad de iniciar, se comentará con sinceridad a la familia y no comenzaremos la intervención.

Sí puede ocurrir, que no siendo necesario iniciar la intervención, la familia desee continuar el tratamiento para obtener asesoramiento de cómo manejar la situación, ya que se sienten desbordados y con pocos recursos para hacer frente a la situación.

En caso de que se inicie la intervención, con mucha probabilidad en la próxima sesión veremos al niño o adolescentes, aunque en algunas ocasiones esto no ocurre así, empezamos trabajando directamente con la familia para realizar cambios en casa que son específicos y pueden mejorar mucho la relación.

Aunque atendamos al niño o adolescente, siempre dedicamos parte de la intervención a devolver información a la familia del proceso terapéutico, respetamos la privacidad del menor, pero consideramos importante que la familia sepa qué está ocurriendo en terapia, cómo va el proceso y qué áreas se están trabajando.

Cada ciertas sesiones, esta devolución de información a la familia irá acompañada de pautas y estrategias para ayudarles a acompañar la situación desde casa e ir teniendo asesoramiento de los cambios que se pueden introducir para seguir apoyando el cambio y aprendizaje que su hijo está realizando en consulta.

Cuando nos encontremos cerca del alta por el motivo principal de consulta, puede que hayan salido otros temas que alarguen la intervención, siempre se consensuará con la familia y con los niños o adolescentes la necesidad de trabajarlos y se plantearía nuevamente un método de trabajo, es habitual que el primer motivo de consulta sufra variaciones tras un tiempo en tratamiento y es necesario ir ajustando las expectativas y objetivos terapéuticos, la terapia de psicología es un proceso vivo y dinámico, pero que en este caso tiene al niño como el principal protagonista de su propia vida.

Verónica Pérez Ruano