Cómo reducir el uso de las pantallas en niños y adolescentes

¿Quieres aprender estrategias para reducir el uso de pantallas en niños y adolescentes? 

A continuación, te ofrecemos una serie de alternativas que puedes implementar fácilmente en casa para reducir el uso de pantallas y dispositivos electrónicos en niños y adolescentes sin que aparezcan conflictos.

Durante estos meses de confinamiento tanto adultos, niños y adolescentes, hemos tenido un uso que podríamos considerar excesivo de pantallas:

Móvil, tele, ordenador, tablet, play…

Han sido muchas horas disponibles y tiempo que llenar, por lo que recurrir a los dispositivos electrónicos se ha visto como una opción para entretenernos y estar conectados con el exterior. Pero ahora en verano y con una mayor libertad de movimiento, tenemos una buena oportunidad para intentar reducir el uso de pantallas en nuestros niños y niñas.

Pero la pregunta que surge casi inmediatamente es ¿Cómo lo hago?

Veremos algunas pautas a continuación que puedan ayudarnos a gestionar esta situación:

Lo primero, siempre, el ejemplo.

Es muy difícil explicar a un niño o adolescente que no puede utilizar el móvil cuando nosotros pasamos de media, solo en redes sociales, dos horas y veintitrés minutos, según la consultora Global Web Index . A esta estadística tenemos que sumarle las horas que pasamos consultando información en el móvil u ordenador, teletrabajando, viendo la tele, un vídeo, serie o película.

Si nosotros realizamos el esfuerzo de usar menos los dispositivos electrónicos, facilitaremos que estén menos presentes en casa.

Si reducimos nuestro propio tiempo de pantallas podremos pedirles que ellos también lo hagan, en otra situación sería algo contradictorio.

Por otro lado, para generar nuevas rutinas e introducir otras actividades, primero tenemos que dejar tiempo para que puedan desarrollarse.

Si queremos que los niños hagan otras cosas distintas, tendremos que reducir el tiempo con el móvil, ya que si no, será muy difícil competir con las pantallas en cuanto a atención se refiere.

Explicarle la situación, para que comprenda los motivos.

Si un día decidimos de repente reducir el uso de pantallas en niños y adolescentes , es muy probable que en casa se interprete como un castigo.

Una posible manera de introducir el tema es expresarle nuestra preocupación por el uso excesivo de pantallas que estamos haciendo en casa, todos, no solo él o ella. Y nuestro deseo de reducir este uso para poder hacer otras cosas.

Llegar a acuerdos

Una muy buena manera de facilitar que los niños y adolescentes cumplan los acuerdos a los que se llega en casa, es tenerles en cuenta a la hora de realizarlos.

Parece algo obvio, pero en muchas familias se llama “acuerdos” a imposiciones que se hacen a los niños y que vienen impuestas desde fuera.

Preguntarles en qué momentos podríamos reducir el uso del móvil, la tele o la tablet, qué les gustaría hacer en lugar de usar las pantallas, qué actividades no quieren perderse con los dispositivos electrónicos y que podemos aceptar…

En un primer momento, no es recomendable ser muy exigente con las peticiones, si no que deberíamos primar que seamos capaces de llegar a un acuerdo y cumplirlo. Esto es lo que sienta las bases de una convivencia más tranquila y agradable.

Reducir su uso de manera paulatina

Podemos caer en la tentación de elaborar una nueva rutina de uso de pantallas, escribirla en un papel, explicársela a los niños, colgarla en un sitio visible y esperar que se cumpla. Lo habitual en estos casos, es que pasemos un par de días ejerciendo el papel de policía en nuestra propia casa, comprobando si se cumple y censurando cuando no. Empezamos a regañar habitualmente y al poco tiempo ya no tenemos energía para continuar intentando que se cumpla este plan, por lo que desistimos.

Realizar cambios de manera gradual y asegurando que lo podamos cumplir es fundamental para  asegurarse el éxito y evitar los conflictos en casa y conseguir así reducir el uso de pantallas en niños y adolescentes.

Por ejemplo, un acuerdo al que podemos llegar, si todos estamos de acuerdo, es que durante las comidas y cenas, no utilizamos móviles ni tele.

En muchas ocasiones, las familias nos indican que los niños comen con el móvil puesto con dibujos y los adolescentes llevan los cascos puestos durante la comida. Quieren cambiarlo, pero al ver cómo abordarlo, descubrimos que la tele está puesta en el salón o cocina mientras todos comen.

El uso de las pantallas se adapta según la edad y un uso no es más correcto que otro. Si llegamos al acuerdo de desconectar los aparatos para comer o cenar, tendremos que realizarlo con todos ellos.

Este tipo de acuerdos es más sencillo de cumplir por los niños y adolescentes, primero porque ven que sus padres y madres también hacen el esfuerzo por cumplirlo, después, porque es acotado en un espacio concreto y todos podemos autoevaluar si lo cumplimos o no.

Los cambios necesitan tiempo

Cuando lleguemos a un acuerdo, tendremos que estar seguros de que lo consolidamos antes de pasar al siguiente. Ya que si no, estaremos en una continua “lucha” en la que solicitamos algo a los niños, llegamos a un acuerdo, lo mantenemos una semana, relajamos el cumplimiento del acuerdo porque en ocasiones nos viene bien como adultos que usen un rato el móvil o tele, nos cuesta reconducir la situación y volvemos a hábitos anteriores, después nos enfadamos porque no se cumple… y volvemos a empezar.

Esto desgasta mucho nuestra relación con los niños, además de que es agotador y mantiene la idea de que es muy difícil introducir normas y límites en la crianza.

Adaptar según la edad

No es lo mismo que un niños de 2 años no sepa entretenerse si no tiene la tablet, a que un adolescente use el móvil habitualmente.

Nuestra recomendación es que hasta los 5 años se evite por completo el uso de pantallas. Sabemos en que la sociedad actual llegar hasta esa edad sin el uso de la tecnología es prácticamente imposible, pero muchos de los actuales problemas de atención, concentración y control de impulsos vienen derivados de una exposición temprana a pantallas.

A partir de ahí podremos ir aumentando de manera gradual el uso de pantallas, aunque no sería recomendable en ningún caso superar las dos horas de exposición, tampoco en adultos.

Rutinas y horarios

Una de las grandes preocupaciones asociadas a las pantallas es que influyen en horarios y rutinas.

Es habitual que los niños puedan retrasar su hora de irse a dormir por el uso del móvil o la Play. Pueden desregular sus horarios de comida o dejar de hacer otras actividades importantes, tales como salir con sus amigos, mantener una correcta higiene o hacer deporte.

Mantener unos horarios regulares que se mantengan de manera relativamente estable ayudará a que el uso de las pantallas no lo domine todo.

No se trata de cumplir con un horario asfixiante o inamovible, si no de mantener unas rutinas en los horarios referentes a sueño, comidas, deporte, estudio o higiene que permitan que el resto de uso

-No consultar el móvil mientras se está haciendo otra actividad. Realizar solo una tarea cada vez, poniendo nuestra atención y conciencia en ella.

Tenerlo tan presente hace casi inevitable consultarlo de manera inconsciente. Por ejemplo, si apagamos el despertador por las mañanas, que habitualmente se encuentra en el móvil, será probable que nos quedemos revisando las notificaciones o que entremos de manera casi automática en nuestras redes sociales.

De igual manera, cuando vamos a consultar la hora, casi siempre ya en el móvil, se hace más probable que  nos quedemos navegando un rato.

Realizar peticiones concretas

Mejor que decir “no quiero que uses tanto el móvil”, prueba a decir, “me gustaría que  a la hora de comer pudieras no utilizar el móvil”.

La primera solicitud parte desde nosotros como adultos, nuestras necesidades y peticiones, de manera abstracta, difícil de concretar. ¿Qué es no usar tanto? ¿En qué nos basamos para saber si está usando menos el móvil?

Mientras que la segunda petición está acotada en el tiempo, es fácil de cumplir, al terminar de comer sabemos si hemos podido hacerlo o no.

Las actividades interesantes, nuestras aliadas.

Otra de las estrategias para reducir el uso de pantallas en niños y adolescentes es el planteamineto de actividades alternativas.

No es lo mismo dejar de utilizar el móvil porque alguien externo me lo ha pedido pero no tengo nada más que hacer, que parar porque la alternativa es lo suficientemente interesante como para querer hacerlo.

Competir con las pantallas es difícil, por su alta capacidad adictiva, su alto número de estímulos, colores, sonidos, imágenes… Por eso os dejamos 48 ideas para hacer con los niños, por ejemplo,  en vacaciones.

Pero aquí la clave está en conocer bien a nuestros niños y niñas, ofrecer alternativas interesantes teniendo en cuenta sus gustos y preferencias.

Hasta los 11 ó 12 años, nuestra atención y dedicación exclusiva suele ser lo que más les gusta. Un niño apagará la tele mucho más contento si lo hace para tener un ratito de calidad con su madre o padre haciendo algo que le gusta, como jugar al fútbol, disfrazarse o hacer una manualidad.

¿Y qué pasa con los adolescentes?

Los y las adolescentes se encuentran en un momento de muchos cambios a nivel personal, con su búsqueda de identidad en su grupo de amigos, una separación simbólico y en muchas ocasiones real de su núcleo familiar. Cambios hormonales y corporales que les afectan en muchos niveles, etc.

Los amigos pasan a ser su grupo de referencia y habitualmente desean compartir más tiempo con ellos que con la familia. Esto forma parte de un proceso normal en la creación de su identidad.

Existen otras características habituales en la adolescencia, que si bien no se dan en todos los jóvenes, si aparecen con relativa frecuencia, como el deseo de acostarse tarde por la noche y por la mañana dormir hasta tarde, una “pereza vital” que haga que les cueste mucho esfuerzo mental llevar a cabo actividades y tareas…

Cuando no están con los amigos, en casa, es habitual que se encierren en sus dos refugios, el móvil y su habitación.

Todas las recomendaciones planteadas anteriormente tienen la misma validez para los adolescentes y se pueden plantear de igual manera. Pero hay dos cuestiones relevantes en esta edad que hacen que tengamos que abordarlo de manera diferente:

  • Aparece el riesgo de los juegos online

En esta edad aparece el riesgo de tener que lidiar de una manera responsable con los juegos en los que pueden invertir dinero, las apuestas deportivas, los juegos de azar, etc.

Aunque las recomendaciones y legislaciones para el juego marcan la edad de 18 años como necesaria para poder acceder, Internet es un lugar en el que el control se hace prácticamente imposible.

Es necesario que hablemos con nuestros hijos de los riesgos que entraña el juego, de una manera real. Sin asustarles de manera desproporcionada, ya que esto suele tener un efecto contrario, pero si exponiéndoles los peligros y riesgos que conllevan los juegos de azar y apuestas.

  • Por otro lado, tendremos que recordarnos que los tiempos han cambiado y que ahora podemos realizar muchas actividades diferentes con un mismo dispositivo.

Veámoslo con un ejemplo:

Hace un años nos despertábamos apagando el despertador, hablábamos con nuestros amigos utilizando un teléfono fijo desde casa, escuchábamos música con un walkman, leíamos las noticias en el periódico, consultábamos la hora en nuestro reloj de muñeca, veíamos la tele, nos hacíamos fotos con una cámara, jugábamos al ajedrez, al parchís o a juegos de mesa, leíamos un libro, escribíamos un diario o reflexiones propias en un cuaderno bonito, para cocinar sacábamos el libro de recetas, hacíamos los deberes consultando el diccionario…

Todas estas actividades pueden realizarse en la actualidad sólo con un móvil.

Lo realmente importante no es que cuánto tiempo pasan nuestros hijos adolescentes con el móvil, si no lo que hacen mientras lo utilizan.

Para ello, haber construido durante su infancia una relación basada en la confianza y el respeto mutuo será imprescindible para que hoy podamos hablar con ellos de manera abierta y sin secretos, lo que nos permitirá plantearles nuestras preocupaciones y que ellos compartan las suyas.

Esperamos que este artículo os haya sido de utilidad en la tarea de reducir el uso de pantallas en niños y adolescentes.

Si quieres contar con asesoramiento profesional en psicología infantil y juvenil, no dudes en contactar con nosotras a través de nuestro formulario de contacto o por teléfono. Atendemos de manera online y presencial y te ofrecemos una primera consulta gratuita.

 

Verónica Pérez Ruano

Directora de Raíces Psicología Infantil.

Psicóloga experta infantojuvenil M-25027